4 de agosto de 2007

La gente que de verdad importa

Sobre ella se debía tratar todo este blog*. Y no digo que no haya sido así hasta ahora.

Cómo es curioso que no necesariamente nos damos cuenta de quiénes son las personas que dejan huella en nosotros, sino con el paso del tiempo. Hoy estuve en la Alianza Francesa y vi a Florence, mi maestra del... que habrá sido, ¿cuarto ciclo? Segundo libro, al fin y al cabo, de francés. Que odiaba el método y nos la pasábamos platicando. Un amor de mujer.

Se ve diferente. Se cortó el cabello, y ahora en vez de rojo, lo lleva plateado. Siete años hace ya que salí de la Alianza, y a pesar de que fui a tratar de conseguir el papel que certifica que mi francés es 100% perfecto, no entendí en el momento lo que me dijo. "Te has vuelto una anciana". Cuando lo entendí, supuse que se refería a ella, por el cabello plateado. Aunque, ¿qué puedo decir? Yo era una niña entonces... Alternaba mis obligaciones como "empleada" de la Alianza con mi dosis diaria de SailorMoon.

No la reconocí al principio, debo decirlo. No vi a Florence, sino a una desconocida hermosa, y en extremo elegante. Cuando la reconocí, creo que ni yo misma me imaginé lo agradablemente sorprendida que estuve. Tenía ganas de abrazarla. Y sí, tal vez soy una twit por no haberlo hecho, pero en el momento habría sido incómodo, creo. Creo que a ella también le dio gusto verme. Nunca me imaginé que me daría tanto gusto verla. Que me gustaría regresar a la Alianza y darle un abrazo.

El paso del tiempo es un swot.

Y cómo es curioso que no nos damos cuenta de la huella que la gente deja en nuestras vidas, sino hasta mucho después, con suerte, al volvérnosla a encontrar...

Original del 16/05/06, a las 10:08 PM

*No éste, otro que ya no es.

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