Cuando estaba en primero de primaria, una de mis primeras mejores amigas era Dorita. Dorita era vecina del Tío Salim, que era en esa época una de las pocas celebridades de la TV local, y gracias a ella más de una vez alguno de mis dibujos del Inspector Gadget se dio a conocer a lo largo y ancho de la zona de cobertura de Trecevisión.
Hoy me acordé de Dorita. No tengo 100% derecho a preguntarme qué ha sido de ella, porque la tengo en Facebook; siento que Facebook nos ha arruinado la alegría de re-encontrarnos con una amistad lejana: ahora, si me la encontrara en la calle, quizá me daría pena preguntarle qué ha sido de su vida, porque le quedaría claro que no le he prestado la atención suficiente a sus publicaciones. Aun así, sé que está casada, que tiene al menos un hijo, que de repente escribe sobre su trabajo.
Pero hoy me acordé de Dorita porque en algún momento, probablemente en 1987, Dorita me cantó una canción que decía "Me dicen, me dicen, me dicen Memotronic". Y yo obviamente a mis seis años le dije que la canción decía "Technotronic", no "Memotronic". No fue sino hasta después que supe que ambos existían.
Eran otras épocas. Eran los tiempos en los que todos los niños veíamos las mismas caricaturas, y escuchábamos los mismos programas de radio, porque sólo había dos canales en la TV, y un puñado de radiodifusoras que podíamos escuchar en el camino a la escuela. Aún así, Dorita conoció primero a Memotronic, y yo a Technotronic. Nuestros papás tenían gustos distintos para la radio.
La mente es algo curioso. De Memotronic pasé a Dorita y a su papá, y a recordar que supe hace algunos años que había fallecido. Y que el papá de otra amiga más cercana falleció hace poco también. Y el papá de un compañero de la universidad, al que en realidad nunca conocí, pero aun así asistí a la misa. Y así. En cada ocasión lloré. Lloré mucho.
Esta cadena de pensamientos me hizo llorar en el coche, a media conversación con mi novio acerca de nuestros planes del fin de semana. Esos papás que nos llevaban a la escuela; los que elegían las estaciones de radio, seguramente pensando en nosotras; los que iban a los festivales, los que nos vieron crecer. Los que eran nuestra guía, nuestro sostén. Algunos de ellos ya no están; a los que quedan, no sabemos cuánto tiempo más estarán aquí. Esa certeza/incertidumbre me hace llorar desde que tengo cinco años.
Un día vamos a vivir en un mundo sin papás; en un mundo donde los papás, los abuelos seremos nosotros. Donde las decisiones difíciles, los días complicados, las elecciones erróneas sean totalmente nuestras para cargar; donde la guía seamos nosotros, para quienes tengamos en nuestro presente o nuestro futuro tener a alguien a quien guiar.
Es aterrador, en mi opinión. No puedo pensar en algo más terrible, más espantoso. Pero a ellos les pasó, y tuvieron que seguir adelante, con nosotras, por nosotras. Nunca supimos (o al menos, yo nunca supe, y conociendo a mi papá, nunca sabré) qué fue para ellos encontrarse un día en un mundo sin papás.
Espero un día descubrir que hay una curva, y que las cosas se van a sentir mejor; que esta sensación de que de aquí sólo vamos cuesta arriba es temporal. Pero la verdad...
El lugar donde los sueños se hacen realidad, los quejitos se escriben en mayúsculas y la gente llega en su mayoría porque odia a Banamex.
Mostrando las entradas con la etiqueta soy tu mente y te tengo una sorpresa. Mostrar todas las entradas
Mostrando las entradas con la etiqueta soy tu mente y te tengo una sorpresa. Mostrar todas las entradas
29 de junio de 2017
31 de enero de 2015
Jazmín de Luna
2:30. Hoy conocí a un matrimonio que lleva 52 años de casados. Tuvieron 8 hijos, y ya van por los 23 bisnietos. Él está metido en el Círculo Bíblico o algo así, y ella no sabe leer. Una pareja de lo más amable que te puedas imaginar. Son personas humildes, pero el martes esperan a 10 de nosotros. Hoy comimos en casa de una señora, doña Carmen, casada, con tres hijos, de 9, 6 y 2 años. Se nota que es una familia muy unida. Y se nota que son felices.
Te extraño.
Cómo, casi 13 años después, de repente me acordé de ti podrá ser para siempre un misterio. Aún hoy, casi 13 años después, necesito ver otra vez las pruebas físicas de que exististe, tan pruebas y tan físicas como es posible, y aun viéndolas otra vez no estoy convencida de que hayas sido real. Hay veces en que estoy 99% segura de que no lo fuiste.
Pero ¿tan elaborado? ¿y sin motivo aparente? No puedo convencerme al 100% ni de una cosa ni de otra, porque no le encuentro explicación. ¿Las vidas de todos están llenas de pequeños misterios sin resolver? ¿De notas anónimas, de recados incompletos, de amigos y amores que un día desaparecieron sin dejar rastro?
A veces trato de pensar en cómo se sintió que desaparecieras, de repente, de un día para otro. Porque, para todo efecto práctico, desapareciste. Las personas reales no desaparecen; quizá el verdadero misterio sea quién eras en realidad. No lo recuerdo. No recuerdo haber llorado, ni maldecido los cielos por tu culpa. Hasta el día de hoy, a pesar de todo, más que cualquier otra cosa, lo que siento es curiosidad. ¿Exististe? Si sí, ¿qué es de tu vida? ¿Todavía escuchas las mismas canciones? ¿Te acuerdas de mí? ¿Me buscas? Y si no, ¿por qué? ¿quién? ¿con que fin?
Mi vida está tan llena de pequeños misterios sin resolver que mi idea del cielo incluye una sesión de respuestas.
6 de abril de 2013
Haha, nope.
Creo que lo que más me sorprendió fue la sensación de comodidad, de pertenencia, de satisfacción que sentía estando ahí, donde no he estado en casi cinco años. Era como al principio, cuando todo era perfecto y la simple conciencia de estar ahí era suficiente. No recuerdo mucho más, excepto que todo era tan perfecto, que encontré en mí lo que era necesario para pedirle que esa vez no me volviera a dejar, y supe que no pensaba hacerlo. Verdaderamente todo era perfecto.
No se necesita gran cosa para descolocarme. Estuve días entre la tristeza de sentir que lo perdí y la del temor de que, a algún nivel, aún siento que me hace falta, y que sería capaz de pedirle algo así, aun a pesar de cómo terminaron las cosas. A pesar de saber que no había nada.
No se necesita gran cosa para descolocarme. Estuve días entre la tristeza de sentir que lo perdí y la del temor de que, a algún nivel, aún siento que me hace falta, y que sería capaz de pedirle algo así, aun a pesar de cómo terminaron las cosas. A pesar de saber que no había nada.
18 de julio de 2012
Digresiones sobre filosofías, justificaciones, límites y proyectos.
Alguien me preguntó si aún mantenía mi blog. Mi respuesta de "lo tengo ahí, pero casi no lo actualizo" me dio tristeza. Antes era más fácil escribir, cuando todo era más anónimo y difícilmente alguien que pudiera conocerme se encontraría con alguna de mis ñoñadas. Ahora le escribo a un montón de extraños que no me conocen y a los que no les intereso, porque no me conocen. La verdad es que estoy cansada de tener miedo a que me juzguen.
También es verdad que estoy muy sola. Que últimamente lloro más de una vez al día porque a pesar de que creo que existe gente buena en este mundo, y que tarde o temprano las cosas buenas te llegan, y que hay que ser paciente, y que todo es cuestión de esperar, en realidad estoy cansada de esperar, de tener fe en la gente a la que estimo, de llevarme chasco tras chasco porque sigo creyendo que la gente buena existe y que las cosas buenas van llegar y que todo es cuestión de tiempo. Porque tal vez no se puede cambiar al mundo, y porque cada día me encuentro más cerca de aceptar que hay muy poca gente que cree en un mundo como el que yo quiero tener. Porque no sé cómo ser, y la manera en la que me las arreglo no parece funcionar; porque si hay una palabra que se ha usado una y otra vez para describirme a lo largo de mi vida, es "enojona", porque ser "enojona" aleja a la gente de mí y porque que la gente se aleje de mí me enoja.
¿Soy enojona? A lo mejor sí. A lo mejor y soy lo que la gente que me rodea define como enojona. Un amigo una vez me dijo que le gustaba que era (¿o soy?) apasionada. Que me vuelco por completo en lo que creo, y lo defiendo porque creo en ello. Creo en hacer bien las cosas. Creo en poder ser mejores personas. Creo en más. Tengo estándares muy altos para todo lo que no son las personas que considero amigas, y constantemente me encuentro decepcionada. Porque espero más. Espero demasiado, quizás. Y sí, soy obstinada en ese aspecto, porque creo que Iusacell no tiene por qué cobrarme un solo peso de más, aunque sea sólo un peso, y creo que cualquier correo de trabajo que uno envíe debe tener cada una de las comas y los acentos que le corresponden, y no me importa decirlo, porque es lo correcto, porque sé que tengo razón.
Me enorgullece decir que es de familia, y que admiro inmensurablemente a ciertas personas de mi familia que son así. Quizás por eso no percibo tener una actitud crítica como algo necesariamente negativo.
"Demasiadas cosas te molestan. ¿Odias odiar?"
Estoy demasiado sola. Otras personas se tienen unas a otras, tienen bebés, tienen grupos de amigos que hacen cosas. Tal vez ellas también están demasiado solas. Tal vez ellas aparentan no estar tan solas, porque Facebook es engañoso y porque la gente, especialmente en Facebook, siempre da su mejor cara. Tal vez si no tuviéramos que aparentar que mientras no estamos en Facebook estamos tan ocupados siendo felices haciendo cosas interesantes y fantásticas nos acercaríamos más unos a otros para saber cómo estamos. Pero ¿de qué sirve tratar de hallar consuelo en pensar que no soy la única que se siente sola?
Necesito proyectos. Necesito ocuparme. Necesito algo qué construir, que me ayude a construirme mientras lo hago. Hace cierto tiempo elegí volcarme sobre mi trabajo, y hoy me doy cuenta que pocas veces me había sentido tan vacía, tan poco satisfecha conmigo misma, porque mi trabajo no es mi proyecto. No me corresponde construirlo, porque es de alguien más, y evidentemente ese alguien más quiere ser quien corte el bacalao. Descubrirlo no ha sido fácil; como me suele pasar, me apasioné y me tiré con todo por el proyecto de otras personas y no he hecho más que golpearme la cabeza porque no tengo ninguna especie de control sobre él.
Esto era lo que me hacía falta: atar todos los cabos sueltos de las cosas que había sobre mi cabeza, y entender el vacío que había aquí. Me queda claro, y no me queda más que comenzar a disfrutar lo que tengo y acomodarlo para hacer espacio para lo que hace falta.
También es verdad que estoy muy sola. Que últimamente lloro más de una vez al día porque a pesar de que creo que existe gente buena en este mundo, y que tarde o temprano las cosas buenas te llegan, y que hay que ser paciente, y que todo es cuestión de esperar, en realidad estoy cansada de esperar, de tener fe en la gente a la que estimo, de llevarme chasco tras chasco porque sigo creyendo que la gente buena existe y que las cosas buenas van llegar y que todo es cuestión de tiempo. Porque tal vez no se puede cambiar al mundo, y porque cada día me encuentro más cerca de aceptar que hay muy poca gente que cree en un mundo como el que yo quiero tener. Porque no sé cómo ser, y la manera en la que me las arreglo no parece funcionar; porque si hay una palabra que se ha usado una y otra vez para describirme a lo largo de mi vida, es "enojona", porque ser "enojona" aleja a la gente de mí y porque que la gente se aleje de mí me enoja.
¿Soy enojona? A lo mejor sí. A lo mejor y soy lo que la gente que me rodea define como enojona. Un amigo una vez me dijo que le gustaba que era (¿o soy?) apasionada. Que me vuelco por completo en lo que creo, y lo defiendo porque creo en ello. Creo en hacer bien las cosas. Creo en poder ser mejores personas. Creo en más. Tengo estándares muy altos para todo lo que no son las personas que considero amigas, y constantemente me encuentro decepcionada. Porque espero más. Espero demasiado, quizás. Y sí, soy obstinada en ese aspecto, porque creo que Iusacell no tiene por qué cobrarme un solo peso de más, aunque sea sólo un peso, y creo que cualquier correo de trabajo que uno envíe debe tener cada una de las comas y los acentos que le corresponden, y no me importa decirlo, porque es lo correcto, porque sé que tengo razón.
Me enorgullece decir que es de familia, y que admiro inmensurablemente a ciertas personas de mi familia que son así. Quizás por eso no percibo tener una actitud crítica como algo necesariamente negativo.
"Demasiadas cosas te molestan. ¿Odias odiar?"
Estoy demasiado sola. Otras personas se tienen unas a otras, tienen bebés, tienen grupos de amigos que hacen cosas. Tal vez ellas también están demasiado solas. Tal vez ellas aparentan no estar tan solas, porque Facebook es engañoso y porque la gente, especialmente en Facebook, siempre da su mejor cara. Tal vez si no tuviéramos que aparentar que mientras no estamos en Facebook estamos tan ocupados siendo felices haciendo cosas interesantes y fantásticas nos acercaríamos más unos a otros para saber cómo estamos. Pero ¿de qué sirve tratar de hallar consuelo en pensar que no soy la única que se siente sola?
Necesito proyectos. Necesito ocuparme. Necesito algo qué construir, que me ayude a construirme mientras lo hago. Hace cierto tiempo elegí volcarme sobre mi trabajo, y hoy me doy cuenta que pocas veces me había sentido tan vacía, tan poco satisfecha conmigo misma, porque mi trabajo no es mi proyecto. No me corresponde construirlo, porque es de alguien más, y evidentemente ese alguien más quiere ser quien corte el bacalao. Descubrirlo no ha sido fácil; como me suele pasar, me apasioné y me tiré con todo por el proyecto de otras personas y no he hecho más que golpearme la cabeza porque no tengo ninguna especie de control sobre él.
Esto era lo que me hacía falta: atar todos los cabos sueltos de las cosas que había sobre mi cabeza, y entender el vacío que había aquí. Me queda claro, y no me queda más que comenzar a disfrutar lo que tengo y acomodarlo para hacer espacio para lo que hace falta.
♥
Te extrañé, planchita.
15 de enero de 2012
We're in this together.
Ayer caminando de prisa por la plaza vi a alguien que no conocía, conversando con alguien más. No sé si lo había visto antes, pero cuando lo vi, supe que ya no era tan joven como antes, y como yo, lo sabía; y como a mí, lo asustaba un poco. "Pero está bien," pensé, todo en una fracción de segundo; "ya sabe que no está solo."
Antes de bajar las escaleras hacia el estacionamiento eché una mirada rápida al resto de la gente que estaba ahí: niños, señoras, papás primerizos, adolescentes fresas. Somos todos los mismos que nos estaremos acompañando mientras estemos aquí. Así que está bien; recordé que no estamos solos.
Antes de bajar las escaleras hacia el estacionamiento eché una mirada rápida al resto de la gente que estaba ahí: niños, señoras, papás primerizos, adolescentes fresas. Somos todos los mismos que nos estaremos acompañando mientras estemos aquí. Así que está bien; recordé que no estamos solos.
14 de enero de 2012
De última hora
Igual y ustedes ya sabían, pero si yo sabía, no me había dado cuenta que sabía...
No sé si alguna vez he llorado de dolor físico. Sólo el sentimiento me hace llorar. El coraje, la impotencia, la emoción estética, el rechazo, la nostalgia, el miedo, la envidia... Los golpes te hacen gritar; te tiran, te asustan. Pero nadie llora porque le peguen, sino por lo que el golpe le hizo sentir.
Yo tengo demasiados sentimientos.
No sé si alguna vez he llorado de dolor físico. Sólo el sentimiento me hace llorar. El coraje, la impotencia, la emoción estética, el rechazo, la nostalgia, el miedo, la envidia... Los golpes te hacen gritar; te tiran, te asustan. Pero nadie llora porque le peguen, sino por lo que el golpe le hizo sentir.
Yo tengo demasiados sentimientos.
2 de noviembre de 2010
Black Holes and Revelations
Do it on your own
Makes no difference to me
What you leave behind
What you choose to be...
Makes no difference to me
What you leave behind
What you choose to be...
Hace tres meses era un monstruo.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)