Tia Leonor escuchó a mi abuelito hablar sobre las cenizas y lo que iban a hacer con ellas.
"¿Quién murió? ¿Alguien murió hoy, o ayer?"
Mi abuelito se acercó a ella, le puso las manos sobre los hombros y, suavemente, le dijo: Eddie.
Tía Leonor se quedó boquiabierta un momento, y luego exclamó:
"¡Chinchas pedorras!" y se echó a reír.
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