o, "Burro, orejas, salebyetecuidas."
Ayer llamé a cierto centro de servicio autorizado de una cierta conocida marca de reproductores portátiles de audio y teléfonos que tocan mp3. Ah, y computadoras.
Este lugar no está exactamente a la vista, así que le pedí a la persona al teléfono que me explicara como llegar. Al final de su explicación, le pregunté si tenían alguna señalización en la puerta, y me dijo que la bajaron temporalmente, por aquello del huracán.
...
¿Huracán? ¿Cuál huracán? No será aquel huracán que amenazó la península hace como doce entradas de este blog, ¿verdad? Digo, porque eso fue en agosto.
Durante el día de hoy estuve pensando en este pequeño incidente, y cómo la desidia parece ser parte fundamental de la actitud de buena parte de la población. Eso, o aquel centro de servicio y yo tenemos una característica poco común en común, pero lo veo difícil. Entre las cosas que pensaba ayer, me preguntaba si debía sentirme aliviada de tener un defecto común o avergonzada de ser parte de lo que hace de un defecto espantoso un defecto común.
Y no me supe contestar.
* * *
Hoy, manejando a mi casa de regreso del trabajo, la respuesta me cayó de sorpresa:
En el espacio vacío en donde está el ramerío en la banqueta había un árbol que no tenía ya ni una hoja, y probablemente ninguna esperanza de retoñar. Era un árbol completamente seco, pero por alguna razón, todos los días verlo me alegraba el día. Siempre tuve la intención de tomarle unas buenas fotos, e incluso una vez lo hice, excepto que tenía prisa y no quedaron muy bien, y aparentemente las borré. Genio, por cierto, se escribe con G. En el proceso, dañé el tapón de una de las llantas de mi auto contra una banqueta rota. G mayúscula, de ser posible.
Sabía que alguien iba a tirar ese árbol un día. Pero mi propia reacción al encontrarlo así, o mejor dicho, de no encontrarlo ya, me sorprendió de verdad.
No hay que esperar a que sea demasiado tarde.
Arbolito :(
Ayer llamé a cierto centro de servicio autorizado de una cierta conocida marca de reproductores portátiles de audio y teléfonos que tocan mp3. Ah, y computadoras.
Este lugar no está exactamente a la vista, así que le pedí a la persona al teléfono que me explicara como llegar. Al final de su explicación, le pregunté si tenían alguna señalización en la puerta, y me dijo que la bajaron temporalmente, por aquello del huracán.
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¿Huracán? ¿Cuál huracán? No será aquel huracán que amenazó la península hace como doce entradas de este blog, ¿verdad? Digo, porque eso fue en agosto.
Durante el día de hoy estuve pensando en este pequeño incidente, y cómo la desidia parece ser parte fundamental de la actitud de buena parte de la población. Eso, o aquel centro de servicio y yo tenemos una característica poco común en común, pero lo veo difícil. Entre las cosas que pensaba ayer, me preguntaba si debía sentirme aliviada de tener un defecto común o avergonzada de ser parte de lo que hace de un defecto espantoso un defecto común.
Y no me supe contestar.
* * *
Hoy, manejando a mi casa de regreso del trabajo, la respuesta me cayó de sorpresa:
En el espacio vacío en donde está el ramerío en la banqueta había un árbol que no tenía ya ni una hoja, y probablemente ninguna esperanza de retoñar. Era un árbol completamente seco, pero por alguna razón, todos los días verlo me alegraba el día. Siempre tuve la intención de tomarle unas buenas fotos, e incluso una vez lo hice, excepto que tenía prisa y no quedaron muy bien, y aparentemente las borré. Genio, por cierto, se escribe con G. En el proceso, dañé el tapón de una de las llantas de mi auto contra una banqueta rota. G mayúscula, de ser posible.
Sabía que alguien iba a tirar ese árbol un día. Pero mi propia reacción al encontrarlo así, o mejor dicho, de no encontrarlo ya, me sorprendió de verdad.
No hay que esperar a que sea demasiado tarde.
Arbolito :(