aka, Crónica de una noche que esperé como ninguna otra
A estas alturas, el razonamiento que me hizo subirme a un camión a Cancún para volar a Phoenix con el cuello y la espalda esguinzados me parece borroso. Todo lo que tenía era la promesa de un boleto para el concierto y boletos de avión sujetos a espacio para volar Cancún-Houston-Phoenix, pero me aventé porque ya no lo soportaba más. Ver las fotos, ver los setlists, convenciéndome a mí misma de NO leer las reseñas de otras personas sobre los conciertos de California... Todavía faltaban otros cuatro meses para mi primer concierto, en Madrid, y me estaba volviendo loca. Así que me aventé. La seguridad en los aeropuertos fue infernal por culpa de las varillas de metal de mi faja, me pasé horas y horas esperando en los distintos aeropuertos, y un par de días después, me senté al calor del desértico sol arizoniano (sin faja y con altos niveles de medicación), con la esperanza de ver a U2 lo más cerca posible ese viernes en la noche del 15 de Abril.
Y valió la pena.
Estar en el mismo espacio con esos cuatro individuos (y las otras 20,000 personas) fue poco más que surreal. Fue todo lo que yo deseaba que fuera, y mucho, mucho más. Por años esperé estar en ese lugar, y por fin, ahí estuve. Sobra decir que mis esguinces eran lo último que pasaba por mi mente en ese momento. Estaba ahí gracias, a causa de y por medio de una droga verdaderamente milagrosa. Mi voz no era lo suficientemente fuerte para gritar todo lo que mi corazón quería decir, y mis pies no podían hacerme brincar tan alto como yo quería hacerlo, y aún así, estaba tan feliz que era difícil asimilarlo. Sé que para la mayoría de los fans el momento mágico de la noche fue escuchar las primeras notas de Bad, pero para mí, fue darme cuenta que estaba bailando la canción que por años deseé escuchar en vivo, pensando que no tendría la oportunidad de hacerlo: Gloria.
Cualquier otra cosa que pudiera tratar de decir acerca de esa noche maravillosa sería redundante. Fue una noche mágica, y haría otra vez todo lo que hice en un parpadeo. Sigo contando los días para Madrid, y de verdad espero (con los dedos cruzados) tener un día la oportunidad de encontrarme con los individuos, y agradecerles por esa noche tan especial (y pedirles por favor que me firmen mi booklet de ATYCLB, de pasito).
Y sobre todo, espero con ansias locas (y deseo y sueño y cruzo todos los dedos, hasta los que no me pertenecen) por una visita a Latinoamérica el próximo año.
¡Que sea un día hermoso en México!
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